Extranjeras en El Salvador

Conoce encantadoras historias de mujeres de otros países que han encontrado su segundo hogar en El Salvador.

FRANCIA Cristelle Martínez “Aquí aprendí a ser más alegre”

Nacida en la ciudad de Lorent, Christelle emigró a El Salvador por el trabajo de su esposo con una empresa franco-española en 2003. Desde que aterrizó sintió el cambio. “El primer día me quedé tres horas en el aeropuerto porque no podía hablar español ni inglés, cuando alguien entendió que mi esposo estaba afuera esperándome empezaron a hablar con aduana y me dejaron salir”, relata. Mudarse de París a la ciudad de Santa Ana fue un cambio radical, lloraba mucho y se deprimía, pues sentía que no encajaba en ningún lugar.

Luego de unos meses se trasladaron a San Salvador y todo fue diferente, comenzó a trabajar y a estudiar español. “Cuando comencé a trabajar fue lo mejor, empecé a tener independencia económica, a salir de la rutina en la que estaba, eso me ayudo mucho”, dice. A pesar de las costumbres, el idioma y la inseguridad, se enamoró de El Salvador.

Hoy tiene 13 años de vivir en el país y asegura que no quiere regresar a Francia, hasta las vacaciones familiares las pasan aquí y su hija que es francesa también es “muy salvadoreña tiene muchas costumbres nacionales y eso también nos ha ayudado mucho”.

Le gusta El Salvador porque todo está cerca y el clima es otra cualidad, no es ni caliente ni frío. Asegura que de los salvadoreños aprendió a ser más más alegre. “Los salvadoreños son gente feliz, son muy cariñosos, al principio sentí la diferencia pero con el tiempo fui aprendiendo y hoy tengo muchos amigos salvadoreños”, comenta. Actualmente Christelle trabaja en la Alianza Francesa y es la encargada de realizar diferentes programas y cursos para jóvenes y estudiantes que deseen aprender el idioma o estudiar en Francia.