Extranjeras en El Salvador

Conoce encantadoras historias de mujeres de otros países que han encontrado su segundo hogar en El Salvador.

UCRANIA Tanyusha Levdokimova “Creí que nunca podría hablar español”

Lo primero que hizo Tanya -como le dicen cariñosamente aquí- cuando se enteró que iba a venir a El Salvador fue tomar un curso básico de español en Kiev, su ciudad natal. “Pensé que nunca lo aprendería”, confiesa hoy, cinco años después, en un español más que digno, aunque sin perder su acento.

El destino le marcó el Pulgarcito de América cuando a su esposo, de origen nicaragüense, lo trasladaron al país:“No tenía ni idea de cómo se vivía, desdesconocía muchas cosas. Lo que más me preocupaba era el idioma. Puedo decir que aprendí a la fuerza. Antes de viajar en el curso me enseñaron lo básico, como el abecedario y algunos otras cosas, pero al llegar aquí no entendía nada. La gente hablaba muy rápido, todo era complicado.Con mi esposo nos comunicábamos en inglés”.

Instructora de Insanity, crossfit y personal trainer de profesión, Tanya no podía trabajar aquí por un hecho muy sencillo: no podía comunicarse con la gente. “Al principio iba al gimnasio para entrenarme, pero no podía dar clases por el idioma. Ahora, además, también enseño a bailar salsa”.

Esta ucraniana también es una experta en la cocina, especialmente por la saludable dieta que sigue. “Trato de comer sano y yo me cocino, prefiero verduras, carnes al vapor o a la plancha, pero también me gustan las pupusas y los tamales, aunque no los como todos los días. Al principio me parecía rara la combinación de arroz y frijoles, pero ya me acostumbré”.

Además del eterno verano del país, lo que más le gusta de El Salvador es la amabilidad de la gente. Quizás el punto negativo sea el tránsito vehicular de la ciudad, aunque no le preocupa demasiado: “Ante la duda, yo dejo pasar a todo el mundo”.