Extranjeras en El Salvador

Conoce encantadoras historias de mujeres de otros países que han encontrado su segundo hogar en El Salvador.

ECUADOR María Rivera Bajaña “Estamos fuera pero no perdemos contacto”

Esta joven de 28 años nacida en Ecuador ha radicado en El Salvador la mayor parte de su vida. Su padre trabajaba en Fe y Alegría, iba y venía y por fin decidió establecerse con toda la familia en esta tierra. Ella es la menor de cuatro hermanos.

Actualmente se dedica junto a sus hermanos a dar continuidad al trabajo de sus padres con la ONG Asociación para el desarrollo humano (ADHU) que actualmente trabaja con becas en Santa Ana, Usulután, San Salvador y Sonsonate.

“Nunca me he sentido 100% salvadoreña, no lo soy legalmente, pero además porque mis padres siempre me inculcaron mis raíces ecuatorianas a través de las costumbres, comida, música”, explica María Soledad. Sin embargo, la paradoja es que cuando viaja a Ecuador es una extranjera.

Esta egresada de la carrera de Relaciones Internacionales dice sostener una amplia relación con tíos, primos, con toda su familia en el país del sur y especialmente ahora que sus padres, luego de 37 años en El Salvador y de haberse nacionalizado, decidieron regresar a su terruño, a la sierra.

Sin embargo, ella misma explica “aquí tengo todo, quizá en Ecuador pueda tener un futuro mejor, porque aquí ni siquiera puedo votar, no es fácil conseguir trabajo en mi situación, pero aquí están mis hermanos, mis amigos, como pupusas todos los domingos”, dice mientras ríe.

Sus padres, quienes ahora radican en el campo y cumplen el sueño de cultivar sus alimentos y disfrutar de la tranquilidad y del retiro, no dudan en pedirle horchata, rosa de jamaica, queso y salsa inglesa cuando va de visita al Ecuador.

“A pesar de la distancia, siempre hemos estado rodeados de ecuatorianos, ahora trabajo como secretaria de AERES, mi mamá siempre se preocupó por prepararnos la comida de allá. Es algo simbólico, nos gusta hacerlo. Nada como despertarse con la música de Julio Jaramillo y escuchar a mi madre que diga ‘ya están los bolones’. Sin duda la clave está en no perder el contacto y con las redes sociales es más fácil”.