Extranjeras en El Salvador

Conoce encantadoras historias de mujeres de otros países que han encontrado su segundo hogar en El Salvador.

COREA DEL SUR Rosa Cho “Ahora todos sonreímos mucho más”

Mantener a su familia unida la motivó a emprender el viaje junto a su esposo e hijos desde Corea del Sur hasta El Salvador. El recibió una oferta de trabajo y decidieron mudarse. Con nostalgia recuerda el momento de hacer las maletas pues le dijo a sus hijos que empacaran lo más preciado que quisieran traer.

Desde que llegaron al aeropuerto, hace siete años, percibieron el cariño de la gente a través de una sonrisa. “En Corea no es así, la gente no sonríe mucho. Ahora todos sonreímos más”, afirma. 

Otros atractivos que aprecia de El Salvador son la naturaleza y la posibilidad de apreciar el sol y cielo en su máximo esplendor pues no hay tantos edificios que lo tapen, además de la cultura y tradiciones que espera aprender en su totalidad y llevarlas a su país.

Rosa es una mujer carismática de 47 años, emprendedora y con mucha iniciativa. En su país trabajaba en actividades relacionadas al arte y la cultura, era maestra, cuenta cuentos, actriz de teatro, escritora y reportera para los medios informativos de la alcaldía de Incheon, ciudad en la que residía. Por eso luego de instalarse solo le tomó dos semanas conseguir un empleo como maestra enseñando coreano, su cultura y tradiciones. Y desde hace dos años es directora de la Escuela Coreana de El Salvador.

Asegura que pretende aprovechar el tiempo al máximo y desea transmitir a todos la cultura coreana, además de ayudar a la gente que lo necesita. Esa labor ya está dando frutos pues desde 2008 trabaja como parte de la comunidad coreana en el proyecto Corea El Salvador Amor -COELAMOR- que  facilita becas a niños de la Isla de Méndez. En la actualidad son 35 los niños becados en la escuela de la localidad.

Antes de que la comunidad coreana les ayudara, estos pequeños no iban a la escuela pues trabajaban recolectando curiles para ayudar a la familia.

Admite que aún no se acostumbra a la comida, pues a los coreanos les gusta la comida picante y a los salvadoreños no tanto. Lo que más extraña dice es su familia, actuar en el teatro y el otoño, por lo que procura ir de visita por lo menos una vez cada dos años.