Con el fin de alzar el estandarte de la fe y promulgar las enseñanzas de la religión Bahá’í, Vadieh llegó al El Salvador en 1976, a la edad de 21 años en compañía de su mamá y de su hermano. Los primeros meses fue difícil adaptarse, más que todo por el idioma, le tomo unos seis meses conocer y aprender un poco el español.
Al año de estar en el país conoce a un salvadoreño creyente de la religión Bahá’í, con quien se casa y tienen dos hijos y una nieta.
Estudió Administración de Empresas en Irán y en el país estudia Finanzas. Su primer trabajo fue en el Cuerpo de Paz, luego con la guerra civil empezó a trabajar en la Embajada de los Estados Unidos, allí permanece 12 años. En 1993 vuelve a los Cuerpo de Paz como directora de finanzas y operaciones, trabajo que mantiene actualmente.
Le gusta la gente de El Salvador. “Es muy hospitalaria y amigable, nunca nos sentimos solas, varias personas llegaban a visitarnos para enseñarnos el español y nos ofrecían su ayuda, y nos indicaban qué rutas tomar”.
A pesar de que su cultura, las costumbres y la comida es diferente, dice que por su misma religión está hecha para adaptarse a cualquier situación y hoy se siente más salvadoreña que persa. Es más hasta ya está nacionalizada.
Disfruta comer riguas, pupusas, yuca o todo lo derivado de la yuca, cuenta que el primer día que probó las pupusas se comió siete y hasta se enfermó. Pero igual las disfrutó. Le encanta también la cercanía que tiene el país para visitar difernetes lugares.