Extranjeras en El Salvador

Conoce encantadoras historias de mujeres de otros países que han encontrado su segundo hogar en El Salvador.

RUMANIA Oana Semida Guerrero

Llegó a El Salvador junto a su esposo Walter, de quien recibió ambos apellidos y debió dejar el suyo de soltera, Olaru.

Originaria de Rumania, Oana conoció a su esposo en una red social. Él decidió mudarse a Rumania para estar cerca de ella y desde aquel momento han transcurrido más de seis años.

Hace dos años, Oana llegó al país y se ha dedicado junto a su esposo a trabajar en el comercio de automotores. Ella habla perfecto español y, según cuenta, lo aprendió de las telenovelas mexicanas que transmitían subtituladas en su país.

Asegura disfrutar del clima de El Salvador, de la cercanía de la playa y la amabilidad de las personas. Cuenta que extraña poder hacer caminatas por la ciudad y que le ha sorprendido llevarse tanta atención y que desearía “a veces ser invisible”.

En algunas ocasiones ha trabajado en el modelaje pero dice que no es algo que ha buscado con demasiado ahínco, pero que todo el tiempo le preguntan si es modelo.

El tema seguridad es lo que menos le gusta de El Salvador. “Hay mucha mala noticia, aunque nunca me ha sucedido nada. En mi país no es así”, aseguró la rumana.

También comentó que “en gran medida la gente es parecida, es alegre y trabajadora” y agregó que “algunas partes de la ciudad donde hay muchas ventas y comercio informal me recuerdan a las comunidades de gitanos que hay en mi país” recalcó Oana.